¿Por qué "integrativa"?

¿Por qué optar por la integración de modelos psicoterapéuticos?

Sin dudas, a la hora de explicar mi forma de trabajo sería mucho más fácil para mí presentarme como psicoterapeuta corporal reichiano o bioenergetista (como lo fui en una época). Optar por la integración de modelos y tener que explicar cómo y por qué no es tarea sencilla.  Aquí va un intento...

La Psicología es una ciencia que desde su origen ha estado conformada por diferentes escuelas (y subdivisiones de éstas), cada una con sus propios modelos explicativos de los procesos mentales y con sus propias herramientas para trabajar terapéuticamente. Sin embargo, la integración de diferentes modelos en psicoterapia es una tendencia creciente. Incluso existen hoy  institutos que forman en psicoterapia integrativa y ya no en una escuela en particular.  Son varias las razones para ello:

- Los avances en las neurociencias, en la biología, en las ciencias sociales y en la física ocurridos durante el siglo pasado han hecho que lo que se sabe hoy sobre el cerebro, la naturaleza de la mente y la realidad misma sea enormemente distinto de lo que se sabía cuando se crearon las principales escuelas de Psicología. Por lo que muchas teorías y explicaciones han quedado perimidas a la luz de los nuevos conocimientos. Hecho que favorece el diálogo entre escuelas para acompasar sus teorías y técnicas.

- Por otro lado, cada escuela ha demostrado ser más efectiva en el tratamiento de determinados problemas por sobre otras. Lo que hace que centrarse únicamente en un modelo psicoterapéutico deje por fuera posibilidades de tratar exitosamente a algunos pacientes, porque la explicación y las herramientas adecuadas para hacerlo provienen de otro modelo.

- Los cambios en la sociedad, los nuevos formatos de familia y ordenamiento social han generado cambios en la personalidad. De ahí que los “problemas psicológicos” que habitualmente encontramos sean diferentes de los que encontraban los pioneros que en su época fundaron las escuelas psicológicas. Esto nos lleva a tener una mayor disposición a repensar y actualizar nuestras teorías y herramientas y a buscar mayor efectividad en desmedro de la adhesión a un modelo teórico particular.

Pero todo esto no significa que “lo viejo no sirve” (eso sería un cliché demasiado simplista, aunque encajara bien en la lógica de la sociedad de consumo actual y su ansia ciega por lo novedoso). De hecho, se han venido dando una serie de diálogos entre la neurociencia más avanzada y las tradiciones meditativas (como el Budismo) que vienen validando científicamente concepciones y prácticas milenarias, enriqueciendo las  psicoterapias (la llamada "Tercera Ola" de terapias cognitivas basadas en el Mindfulness es un ejemplo de ello).  Se trata más bien de poder mantener un diálogo entre diferentes modelos explicativos, alejarse de la adhesión dogmática a conceptos y explicaciones particulares para poder ver las similitudes y las complementariedades entre ellos.

En mi experiencia, el interés por la integración de modelos psicológicos data de mis estudios de grado en  la Facultad de Psicología, cuando con un grupo de amigos debatíamos largamente sobre si era mejor el Psicoanálisis o el Conductismo o la Gestalt o las terapias corporales, esgrimiendo cada uno muchas más razones de lo que en realidad sabíamos en esa época. Para poder debatir no tuve más remedio que ponerme a leer a autores que por propia iniciativa jamás hubiera leído (y que en la facultad ni siquiera se mencionaban) y fueron esas lecturas y esas discusiones las que primero me impulsaron a ver los puntos buenos de cada modelo y también, que muchas veces dos escuelas psicológicas decían lo mismo pero de diferente manera. A aquellos amigos, entonces fanáticos conductistas con los que tanto discutí, les debo mi gusto por la Terapia Cognitiva.

Mi primera formación en psicoterapia fue en Terapia Orgonómica, psicoterapia corporal energética creada por Wilhelm Reich a partir del Psicoanálisis de su época. Ya esa formación incluyó otros aportes de los llamados neo-reichianos (Bioenergética, Psicología Formativa, Biosíntesis) y de la terapia Gestalt de la cual provenían originalmente mis formadores, quienes además nos instaban a no aferrarnos a teorías sino a mantenernos abiertos al “conocimiento vivo”, como le llamaba Reich.

Pero la Orgonomía no resolvía todos los problemas que veía en el consultorio (ni en mí mismo), si bien generó un impacto enorme en mi trabajo y en mi vida personal. Sigo considerando a Wilhelm Reich uno de los autores más lúcidos y revolucionarios en el campo de la psicoterapia.

El entrenamiento en EMDR, método proveniente de la psicología cognitiva, con base en el llamado “modelo de procesamiento de la información” me abrió nuevas posibilidades, complementarias de los huecos dejados por la Orgonomia. Este proceso fue transitado también por varios colegas, compañeros de formación.

Los desarrollos del Psicoanálisis Relacional norteamericano e inglés también me abrieron otras posibilidades para entender lo que pasaba en la consulta y para poder repensar mi práctica. Particularmente la integración del concepto de “disociación” y de “matriz relacional”, que cambiaron la manera de comprender el funcionamiento de la mente y de trabajar con ella, han tenido gran impacto en mí. Dediqué mucho tiempo a leer cuanto podía encontrar sobre estos autores, desconocidos incluso hoy para muchos: Stephen Mitchell, Jeremy Safran, Robert Storolow, Aron Lewis, el Grupo de Boston para el Cambio, Paul Wachtel, entre otros (la revista Aperturas Psicoanalíticas dirigida por Hugo Bleichmar fue una ventana hacia este “otro Psicoanálisis” para esta parte del mundo). Estos autores planteaban cambios radicales en la teoría y en la técnica psicoanalíticas.

Mi trabajo en Psicología Comunitaria me llevó a valorar la comunicación y los disturbios en esta habilidad humana como un factor fundamental en los problemas psicológicos, interesándome en estudios específicos sobre el tema que también han aportado a mi modo de trabajo.

La formación con el Lic. Alberto Ciampichini del Centro de Psicoterapia Corporal de Córdoba  me permitió afianzar esta visión integradora en una síntesis  que integraba lo mejor de varios modelos  en una concepción coherente y terapéuticamente útil. Hasta hoy esta síntesis sigue siendo el eje que me orienta en mi trabajo como psicoterapeuta,  y sobre el cual voy integrando nuevos aportes.

Vale aclarar que encuentro una diferencia importante entre eclecticismo e  integración. Esta última siempre ocurre “desde algún lugar”, es decir, no se puede integrar cualquier cosa sin relación lógica. En mi caso, sería el cuerpo, la convicción de la necesidad de incluir al cuerpo en la mirada diagnóstica y terapéutica de lo psicológico sería el “lugar” desde donde yo hago esta integración. Esto ha sido reforzado por mi práctica de un arte marcial tradicional (Karate Do Shito Ryu),  proceso que también ha incidido en mi manera de trabajar, en mi comprensión de los procesos de cambio y del vínculo cuerpo -  mente - conciencia.

Entonces, sea que aflojemos la “coraza” corporal para desbloquear el flujo energético y flexibilizar el carácter (como decía Reich), que hagamos procesamiento sensoriomotriz de la información (como se hace desde el modelo de procesamiento de la información), que busquemos la sensación sentida detrás de las cogniciones (como en el Focusing de Gendlin) o que trabajemos con estados del yo disociados mediante la sensación física (como plantea la Terapia de Estados del Yo), el papel del cuerpo en los procesos de cambio psicológico es fundamental para mi. Brinda una profundidad al trabajo clínico similar a la diferencia que existe entre hablar o reflexionar “acerca de” algo y experimentarlo directamente.

Esto no implica que siempre trabaje con técnicas físicas (como ejercicios o dinámicas), muchas veces se trata simplemente de invitar a la persona a atender a la sensación corporal que acompaña sus pensamientos lo que hace que su comprensión aumente y que la solución aparezca. O también la disposición a mirar más allá del discurso psicológico para incluir al cuerpo y las múltiples variables que en él inciden (alimentación, ejercicio, ritmos del metabolismo, etc.) a la hora de pensar mi trabajo con los pacientes.

El otro eje importante de mi abordaje integrativo es: contemplar y potenciar los aspectos positivos y saludables de la persona, sus "recursos". Es decir, no enfocarme solo en las dificultades. Identificar, desarrollar y fortalecer estos recursos, utilizando técnicas provenientes de diversas escuelas psicológicas, es parte importante de mi trabajo. 

La formación en Mindfulness (Atención o Conciencia Plena) me ha aportado otro sustento para la integración, dado que de por sí este enfoque toma y desarrolla lo esencial de varios modelos psicoterapéuticos, integrando aportes de las tradiciones contemplativas e informándose de los principales descubrimientos en neurociencia. Mi integración a la Sociedad para el Estudio y Exploración de la Integración en Psicoterapia - SEEIP  me ha permitido contar con un espacio de referencia para  profundizar en esta forma de trabajo.